Declaraciones de Rafael Casado:
Parece que algunos
políticos segovianos desconocen nuestra historia más reciente y no
es porque no se haya divulgado suficientemente. Todos los segovianos
estamos de acuerdo en reconocer a Agapito Marazuela como nuestro
segoviano más ilustre por su importante labor de recuperación del
folklore castellano. No son tantos los que conocen que el maestro era
un gran concertista de guitarra clásica en los años treinta. Las
divergencias afloran cuando tratamos de su compromiso político y
social, pues Agapito vivió y tomó partido en los acontecimientos
más importantes y dramáticos de nuestra Historia.
La bandera republicana no
pretende, ni tiene por qué, provocar conflictos entre demócratas,
pues fue el símbolo de un sistema democrático que, como sucede
ahora, amparaba los derechos y libertades de los ciudadanos y en el
que formaba gobierno el partido que ganaba las elecciones, así,
entre 1931 y 1936 gobernaron republicanos de izquierdas y
republicanos de derechas. Aquel sistema democrático acabó mal,
porque un sector, poco demócrata del ejército español, dio un
golpe de estado contra la legalidad (como ocurriera en 1981 con el
golpe de Tejero y Milans del Bosch). Frente al golpe de estado muchos
demócratas se organizaron para resistir y mantener la legalidad de
un gobierno elegido por los españoles en febrero de 1936. Entre
estos demócratas había muchos segovianos de distintas ideologías y
profesiones: el canónigo de Burgo de Osma, Jerónimo García
Gallego, el catedrático de Instituto Mariano Quintanilla, el pintor
Alejandro González “Alex”, el escultor Emiliano Barral o el
folklorista Agapito Marazuela. Estos dos últimos, entre otros,
organizaron en Madrid las Milicias Antifascistas Segovianas para
luchar en el frente de batalla, junto con cientos de segovianos
residentes en la capital a los que se añadieron otros tantos que
huyeron de la dictadura que se estaba implantando en nuestra
provincia, por la defensa de la democracia republicana. En la
Exposición Internacional de París de 1937, la que alumbró el
Guernica de Picasso, Agapito dirigió el grupo de danzantes de
Abades que representaron a Castilla. Debido a la actuación durante
la guerra civil unos sufrieron exilio (J. García), otros el
fusilamiento (A. González) y otros la cárcel (M. Quintanilla y
Agapito Marazuela). La dictadura de Franco consolidada por su
victoria en la guerra fue tremendamente vengativa con el maestro
Agapito, volvió a la cárcel a finales de los cuarenta, por militar
en un partido político (PCE) que luchaba por traer la democracia
robada en la guerra. De nuevo en la calle el maestro, sin abrigar el
más mínimo rencor, hubo de malvivir pobremente dando algunas
clases. Muy al final de su vida se habilitó un local como cátedra
de folklore para impartir su docencia hasta su muerte en 1983.
Con su desaparición, ya
en plena democracia, tampoco obtuvo el reconocimiento merecido de sus
paisanos, a pesar de que, a propuesta del concejal Luis Peñalosa, se
aprobó en el Ayuntamiento de Segovia la erección de un monumento en
su honor. Pues bien, esta escultura no se inauguró hasta 2002, ¿cuál
es la razón para este retraso? ¿por qué otro segoviano ilustre
como el mesonero Cándido, tuvo su merecido monumento pocos meses
después de fallecido? ¿Podría haber alguna motivación política
para esta diferenciación? Si Agapito Marazuela sufrió cárcel por
defender la democracia republicana, es perfectamente legítimo, y
nadie tiene que ofenderse si en su honor se lleve una enseña
tricolor, pues era la bandera de la Constitución democrática de
1931.
No hay comentarios:
Publicar un comentario