Fernando Llorente, a la derecha.
En 1936, cuando apenas tenía quince años, no quiso permanecer en una ciudad sometida a los militares sublevados, y cruzó la sierra con otro muchacho para unirse al Ejército Republicano. En la Casa de Segovia colaboró con Alejandro González González “Cartabón”, organizador del servicio de espionaje republicano en Segovia. Allí entabló amistad con el maestro Agapito Marazuela.
Acabada la guerra pasa por la cárcel, los batallones de trabajadores y vuelve brevemente a la calle, porque pronto reingresa en prisión como castigo por su participación en la reorganización del Partido Comunista en Segovia.
Inspirado pintor, nos deja una gran obra, muestra de su singular sensibilidad y amor a su tierra. En sus Memorias queda el testimonio de una vida íntegra, siempre leal a sus ideales.
Compartimos con Felisa y Fernando – sus amados esposa e hijo – el dolor de su partida, pero también el orgullo y la alegría de contar con su ejemplo de fidelidad, coherencia y valentía hasta el fin.
Te recordaremos siempre con el pensamiento lúcido, la sonrisa amable, el puño en alto… ¡Hasta siempre, Camarada!
Fernando, en el centro de la imagen, en el
homenaje a las presas en Segovia
No hay comentarios:
Publicar un comentario